sábado, 3 de septiembre de 2011

FIN DE CICLO

Liliane Bettencourt, la mujer más rica de Francia

Cuando los pájaros se arrojan a las escopetas es que algo grave está pasando que subvierte el “orden” natural.
Todo lo que tuvo un principio está avocado a un final. También aquellos sistemas políticos que parecían eternos, que habían establecido un orden social que era considerado “natural” durante siglos, acabaron pereciendo, para dar paso a otro orden más justo o más injusto; pero siempre distinto. Cayó el Imperio Romano, cayó el Sistema Feudal, cayó el Antiguo Régimen y ahora todo apunta a que el capitalismo industrial está en capilla, ungido con la extremaunción.

Este inquietante mes de agosto que acabamos de dejar nos sorprendió por las altas temperaturas políticas. Diríamos que un estado febril alteró su sistema y ahora desvaría, dice incoherencias.
En este delirio, los mandatarios de la derecha europea hablan de subir los impuestos. Los franceses más acaudalados piden que se graben sus fortunas. ¿Es esto real o estamos alucinando todos?.

Es inquietante que los que hablaban de adelgazar el estado, del no intervencionismo, del mercado libre y de bajar los impuestos, ahora digan diego. Es inquietante que los que hacían pujas millonarias por los tahúres de las finanzas para eludir impuestos, ahora pidan que se los suban.
¿Que esperan obtener estos aristócratas del mercadeo en esta transacción?
Se me ocurre que quieran aplazar el vencimiento de la última letra y en la moratoria, hacer los cambios precisos para que todo quede como estaba.

La democracia capitalista se desmorona, no por la crisis económica (estas son inherentes al sistema), se cae por una crisis de valores. La crisis económica lo que hace es evidenciar lo injusto y lo corrupto en que llegó a convertirse. Es injusto porque propicia que los más poderosos adquieran legalmente más poder y riqueza en detrimento de los desfavorecidos, agrandando las diferencias. Es injusto porque permite que los logros conseguidos por los trabajadores en una pugna secular (el estado del bienestar, allí donde exista) se encuentran en regresión lo que es una manifiesta injusticia social. Es injusto porque hipoteca el futuro de los hombres sobre la Tierra y es una amenaza para la Naturaleza.
Es corrupta porque nos miente, nos engaña con sus cantos de sirena mitológica, nos atrae y guiados por sus amaestrados perros nos lleva como un rebaño a la boca de los lobos, que se esconden en la bucólica sombra de los robles que rodean el prado donde pacen los mansos corderos.
Esta democracia pos-industrial es una máquina que a través de los ilimitados medios de que dispone anula todo pensamiento crítico o meramente racional y se postula como único dogma político, fuera del cual reina la indignidad.
“La democracia es el menos malo de todos los sistemas”- Decía Churchill. Hasta el momento no se ha encontrado otro mejor. Pero la democracia tiene que aggiorgiarse, tiene que adaptarse a los tiempos. Todo sistema político o religioso, nace con unos nobles principios que se van transformando con el tiempo en privilegios para sus oficiantes o valedores. La democracia no se salva de la generalidad; pero por dar participación a una mayoría social debería disponer de medios para responder en cada momento a las necesidades perentorias de la sociedad.

La democracia, con todos sus defectos, parecía un sistema sostenible; pero las circunstancias la avocaron a renunciar a su vocación de justicia social. Actualmente es un sistema que apuntala los intereses de los más favorecidos. Sin embargo no podemos olvidar que a ella se deben muchas mejoras sociales. Por eso no debemos permitir, que en su nombre, es decir, en la voluntad de la mayoría, esas mejoras reviertan.

Es el momento de soñar un mundo nuevo, un mundo mejor, más justo que con libertad y respeto al medio ambiente garantice a todos los humanos educación, sanidad, vivienda, comida y trabajo.
No es un imposible. Son los intereses de una minoría, la muralla china, que traba un avance que, confío, más tarde o más temprano (siempre a un corto plazo histórico) se dará.

Cuando se caiga la muralla se presentan dos salidas:
La primera, el establecimiento de una democracia real y universal.

La segunda, la vuelta a los autoritarismos, al individualismo, a la defensa de los intereses y las peculiaridades de la tribu.
¿Se tiran a las escopetas o vuelven a asustarnos?

Si con las propuestas de los representantes de las mayores fortunas de Francia logramos salir de la crisis económica, es síntoma de que entramos en otra mayor porque “algo grave está pasando que subvierte el orden natural”.  

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