Quema de plantas de marihuana por la policía
Cualquier reflexión que podamos hacer sobre el mundo de la droga, las incidencia sobre la salud del consumidor y sobre los problemas que acarrea a la sociedad en su conjunto, siempre será subjetiva y condicionada por las vivencias particulares.Partiendo de la base de que todas las drogas son perjudiciales para la salud del consumidor en mayor o menor medida, aceptemos el hecho de que en principio sólo a ellos afecta. Hay muchas substancias que perjudican la salud, no solamente los socorridos ejemplos del tabaco y el alcohol, sino también ciertas grasas, gluten, sales, azúcares, café y un largo ecéptera, que llevado al extremo podríamos decir que el mero hecho de respirar es perjudicial para la salud, pues el aire contiene oxigeno, que oxida las células envejeciéndolas.
No es cuestión de vanalizar. Es cuestión de poner las cosas en su lugar. Determinar los efectos nocivos de cada una de las drogas y los índices de tolerancia, esta es la cuestión. Si se acepta que un vaso de vino a la comida puede ser hasta beneficioso para la salud que nos impide suponer que no lo pueda ser una infusión de marihuana.
Somos muy dados a demonizar lo desconocido, y este es uno de los casos de los que se habla más de lo que se sabe.
En un ampio y documentado trabajo, que recomiendo, de J. Cebrián (prohibicion.blogspot.com) me cita como el único político que en su momento ( hace 20 años) se atrevió a denunciar publicamente la hipocresía que supone la ilegalización de las drogas.
Plantación de opio en Asia Central
Cito textualmente
Por otra parte, las espectaculares operaciones policiales en las que se apresan alijos de droga, apenas sirven más que para dar la sensación a la opinión pública de que el control policial sirve de algo y para poner a unos cuantos desgraciados en la cárcel. Sito Vázquez, ex alcalde socialista de Vilanova de Arousa, zona donde el narcotráfico campa por sus respetos, lleva 15 años sosteniendo que no es la represión policial sino la legalización la única solución posible al problema: “En privado, muchos políticos me dan la razón, pero luego son incapaces de decirlo en público porque eso resta votos. Las operaciones espectaculares no son al final más que pura propaganda de los gobiernos, de algún juez o de la misma policía” .
El ejército colombiano descubre una plantación de coca
Han pasado veinte años y no he cambiado de opinión, es más, a medida que pasa el tiempo más me ratifico en la posición y mayores son los argumentos que la sostienen.
Antes de posicionarse ante un dilema social, lo razonable sería estudiar los pros y los contras y hechos los cálculos adoptar las medidas menos traumáticas.
Veamos que ganaría la sociedad y que perdería en caso de que en determinadas condiciones de distribución y control las drogas de consumo más extendido fuesen universalmente legalizadas.
Los beneficios inminentes serían:
-La existencia de un control sanitario sobre los estupefacientes que evitaría, afecciones y muertes producidas por sobredosis o por substancias nocivas añadidas.
-Un control sobre los consumidores, que haría más eficaz las políticas de rehabilitación e integración y el estudio de las consecuencias derivadas del consumo medido de cada droga.
-Una mayor seguridad ciudadana. Está estadísticamente demostrado que la mayoría de los atracos y pequeños hurtos están relacionados con problemas de consumo de drogas.
-Un ahorro considerable en las cuentas del estado. La Hacienda Pública podría destinar a programas de prevención lo que actualmente se gasta en Seguridad:( policía, policía especial antidroga), Justicia ( jueces, jueces especiales, abogados de oficio), cárceles (sobre el 75% de los reclusos están ligados con el tráfico o/y consumo de drogas, Sanidad (las adicciones generan cantidad de dolencias provocadas por la substancia, por mezclas de añadidos tóxicos o por contagio -SIDA-que costea la seguridad social) . A estos se podrían añadir los beneficios derivados de la venta controlada por el estado, al estilo de lo que se está haciendo con el alcohol y el tabaco, drogas socialmente admitidas.
-Se evitaría la influencia negativa y el control económico y social que sobre determinados sectores de la sociedad tienen los narcotraficantes locales.
-Se daría un varapalo al terrorismo internacional, que en gran medida está subvencionado con dinero procedente del cultivo y el tráfico de estupefaccientes.
-Aumentaría la seguridad en países desestabilizados por los clanes del narcotráfico, que interfieren en la vida política de esos países (y son más de los que aparentan) corrompiendo cargos e instituciones y a veces haciéndose con su poder.
-La economía de grandes áreas se sanearía al librarse de la competencia desleal de los narcotraficantes que se esconden detrás de empresas, cuyo objetivo es blanquear el dinero negro, hundiendo a los fabricantes del sector, que no pueden sostenerse ante unos precios a veces inferiores al valor del coste de fabricación.
-Gran parte del dinero que se encuentra en paraísos fiscales pasaría a engrosar la riqueza de los estados.
-Y por último, aunque no menos importante, es el efecto llamada que todo lo prohibido ejerce sobre los jóvenes durante la crisis de la pubertad.
En el otro platillo de la balanza pongan ustedes lo que quieran, pues sólo se me ocurre que con la legalización pudiese aumentar el consumo; pero siempre sería un consumo más racional y menos traumático. Supuesto éste que está por demostrar y que solo asumo a priori.
Estas reflexiones puede hacerlas cualquiera que medite un mínimo sobre el tema. Particularmente he llegado hace muchos años a estas conclusiones tras lustros de infrutuosas luchas contra el narcotráfico, y programas de prevención, ayuda y rehabilitación de drogodependientes.
No soy tan ingenuo como para esperar un mundo mejor por el mero hecho de que se legalicen las drogas, pero sí que contribuiría a la construcción de un mundo menos hipócrita.
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