sábado, 5 de mayo de 2012

LA GRAN MENTIRA


La gran mentira es hacernos creer que la enfermedad es la que no es, siendo al mismo tiempo la que es.
España arrastra una deuda pública relativa de las más bajas de la zona euro. Inferior a la alemana, a la francesa y a la italiana, por citar las más importantes. El problema más grave de nuestra situación económica actual es el desempleo, muy superior al de estos países.
Aquí, en el desempleo, reside el problema:
Las medidas económicas para reducir el déficit púbico son contraproducentes para el crecimiento del empleo. Es decir, lo que puede ser bueno para otros países es inevitablemente malo para España.

Para la reducción de la deuda la receta es sencilla: subir los impuestos y bajar el gasto público.
Para crear empleo la receta es más compleja, pero básicamente hay que bajar los impuestos e incrementar el gasto público. Hay otros factores que ayudan a la creación de empleo, entre los que podemos mencionar: fomentar el consumo interno, bajar los intereses, ayudas a la exportación (directas o con políticas monetarias), la estabilidad y otros de menor incidencia.
Dejando claro que lo que es bueno para reducir la deuda es malo para el empleo nos queda por aclarar como llevar una política expansiva teniendo una deuda relativamente elevada.

El gobierno acude al símil familiar de la economía casera. Estamos muy endeudados, van a ejecutar la hipoteca, nos vamos a quedar sin techo, hay que hacer economías (consumir menos, ahorrar más). Esta es la letanía cotidiana y una gran parte de la feligresía responde con el consabido “ora pro nobis”. La situación es tremenda, el miedo nos paraliza, no nos deja pensar. Una especie de “síndrome de Estocolmo” se extiende por la población. Los secuestrados y torturados dan por buenas las razones de los secuestradores.
Y he aquí la clave de la gran mentira:
Esta hipótesis no es representativa de una gran familia llamada España.
La realidad es otra.
En el haber:
Se trataría de una familia numerosa de clase media, influyente, con preparación académica, con bienes inmuebles.
En el debe:
Una hipoteca y más de la mitad de los miembros (jubilados, enfermos, parados, niños y discapacitados), que no aportan nada positivo a la economía doméstica.
Los pocos miembros que trabajan no pueden soportar tantas cargas: hipoteca, ropa, comida, y demás gastos.
De seguir así van a tener que tomar drásticas medidas para atender la hipoteca: No comprar las medicinas de los viejos, ni los libros de los niños, ir reduciendo las comidas en cantidad y calidad...así hasta llegar al extremo de no encender la luz por la noche.
Ningún cabeza de familia responsable dejaría degradar la situación hasta ese extremo.
Lo normal sería que estudiase la situación. (Debemos tanto, hay tantos parados en edad de trabajar, tienen preparación para esto o aquello, tenemos un patrimonio inmueble, etc.).
Probablemente con todos los datos en la mano se dirigiría al Banco de la hipoteca y le diría:
La situación es esta, no puedo seguir pagando la hipoteca, necesito que me alarguen el plazo y además quiero que me la amplíen, pues para salir de esta necesito que todos trabajen y para ello voy a montar una empresa familiar. Tengo gente preparada, con capacidad y ganas.
No sé si en la situación presente a cualquier familia de clase media alta le concederían el aplazamiento y el préstamo. Pero sería suicida no intentarlo con todos los recursos disponibles.

El gobierno tiene en sus manos muchas cartas para jugar, y conseguir créditos y aplazamientos, pero las oculta, porque no se trata únicamente de reducir la deuda pública, se trata de sanear la banca, reducir drásticamente el estado del bienestar y tercermundializar el mercado de trabajo.
Hay muchos y poderosos interesados en mantener y divulgar la gran mentira.



EL BICARBONATO SODICO Y LA GRAN MENTIRA.



EL BICARBONATO SODICO
La Madrastra, lo mismo que mi abuela que lo recomendaba para todo, tenía una fijación con el bicarbonato sódico.
La Madrastra comía sin mesura y sufría acidez de estómago. El bicarbonato era el remedio infalible, lo tenía sacralizado.
Dada su complexión no solía sufrir de otras dolencias, y la dureza de su carácter la hacía insensible a las ajenas.
Cuando el Muchacho se quejaba de dolores en el estómago, le administraba bicarbonato. Como no cedían mandó aumentar la dosis. El dolor era terco y se resistía a las maravillosas propiedades del remedio. El muchacho siguió aumentando la dosis conforme a las indicaciones de la Madrastra. Se lamentaba de las dosis caballunas que ingería, pero lo aceptaba con la ilusión de que era para curarse.
Pero no sanaba.
No me engañes, Muchacho, tienes que tomarte todo y cada viernes incrementas la dosis en dos cucharadas ¿o quieres que te operen?.”
El Muchacho tenía una úlcera y tanto bicarbonato acabó produciéndole una peritonitis.
Cuando te duela el estómago, ten en cuenta que lo que es bueno para la acidez es malo para la úlcera.

Mentiras y recortes

La gran mentira es hacernos creer que la enfermedad es la que no es, siendo al mismo tiempo la que es.
España arrastra una deuda pública relativa de las más bajas de la zona euro. Inferior a la alemana, a la francesa y a la italiana, por citar las más importantes. El problema más grave de nuestra situación económica actual es el desempleo, muy superior al de estos países.
Aquí, en el desempleo, reside el problema:
Las medidas económicas para reducir el déficit púbico son contraproducentes para el crecimiento del empleo. Es decir, lo que puede ser bueno para otros países es inevitablemente malo para España.

Para la reducción de la deuda la receta es sencilla: subir los impuestos y bajar el gasto público.
Para crear empleo la receta es más compleja, pero básicamente hay que bajar los impuestos e incrementar el gasto público. Hay otros factores que ayudan a la creación de empleo, entre los que podemos mencionar: fomentar el consumo interno, bajar los intereses, ayudas a la exportación (directas o con políticas monetarias), la estabilidad y otros de menor incidencia.
Dejando claro que lo que es bueno para reducir la deuda es malo para el empleo nos queda por aclarar como llevar una política expansiva teniendo una deuda relativamente elevada.

El gobierno acude al símil familiar de la economía casera. Estamos muy endeudados, van a ejecutar la hipoteca, nos vamos a quedar sin techo, hay que hacer economías (consumir menos, ahorrar más). Esta es la letanía cotidiana y una gran parte de la feligresía responde con el consabido “ora pro nobis”. La situación es tremenda, el miedo nos paraliza, no nos deja pensar. Una especie de “síndrome de Estocolmo” se extiende por la población. Los secuestrados y torturados dan por buenas las razones de los secuestradores.
Y he aquí la clave de la gran mentira:
Esta hipótesis no es representativa de una gran familia llamada España.
La realidad es otra.
En el haber:
Se trataría de una familia numerosa de clase media, influyente, con preparación académica, con bienes inmuebles.
En el debe:
Una hipoteca y más de la mitad de los miembros (jubilados, enfermos, parados, niños y discapacitados), que no aportan nada positivo a la economía doméstica.
Los pocos miembros que trabajan no pueden soportar tantas cargas: hipoteca, ropa, comida, y demás gastos.
De seguir así van a tener que tomar drásticas medidas para atender la hipoteca: No comprar las medicinas de los viejos, ni los libros de los niños, ir reduciendo las comidas en cantidad y calidad...así hasta llegar al extremo de no encender la luz por la noche.
Ningún cabeza de familia responsable dejaría degradar la situación hasta ese extremo.
Lo normal sería que estudiase la situación. (Debemos tanto, hay tantos parados en edad de trabajar, tienen preparación para esto o aquello, tenemos un patrimonio inmueble, etc.).
Probablemente con todos los datos en la mano se dirigiría al Banco de la hipoteca y le diría:
La situación es esta, no puedo seguir pagando la hipoteca, necesito que me alarguen el plazo y además quiero que me la amplíen, pues para salir de esta necesito que todos trabajen y para ello voy a montar una empresa familiar. Tengo gente preparada, con capacidad y ganas.
No sé si en la situación presente a cualquier familia de clase media alta le concederían el aplazamiento y el préstamo. Pero sería suicida no intentarlo con todos los recursos disponibles.

El gobierno tiene en sus manos muchas cartas para jugar, y conseguir créditos y aplazamientos, pero las oculta, porque no se trata únicamente de reducir la deuda pública, se trata de sanear la banca, reducir drásticamente el estado del bienestar y tercermundializar el mercado de trabajo.
Hay muchos y poderosos interesados en mantener y divulgar la gran mentira.