lunes, 20 de enero de 2014

LOS CIEGOS DE SARAMAGO

Penúltimo párrafo de la novela "Ensayo sobre la ceguera.

Leí “Ensayo sobre la ceguera” en el invierno de 1997. Unos meses antes de que la Ministra de Cultura de Aznar le cambiase el sexo y la profesión al autor. (Dicen las malas lenguas, que Esperanza Aguirre, en la primavera del mismo año manifestó a un programa de TV, que Sara Mago era una excelente bailaora)
Desde entonces repetidamente me vino a la cabeza aquella parábola de los ciegos que viendo no ven.

Ahora se ha convertido en una obsesión:
Despierto desasosegado por las noches, abro los ojos y me veo sumergido en ese mar de leche, que como un alud inundaba el mundo de los ciegos de Saramago.

Me veo en un mundo de ciegos, ciegos dominados por los más ruines sentimientos, por las más bajas pasiones.
Todos refocilándose en el más cruel egoísmo dentro de ese mar de leche, de esa ceguera blanca, de ese mundo de luz cegadora.
Todo vale, yo no te veo, tu no me ves.

Los ciegos ignoraban que había una mujer que veía, que no había sido afectada por la epidemia y que les guiaba.
Quiero soñar que esta mujer se halla en alguna parte, observando a tantos ciegos que andamos por el mundo y me despierto con la esperanza de estar agarrando su mano.


En mi mano... en mi puño apretado solo hay una esquina del cobertor.

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