viernes, 10 de junio de 2011

SOCIALIZAR EL TRABAJO.


En un anterior comentario en torno al movimiento de los indignados (15-M San Isidro) hacía una reflexión sobre la necesidad de socializar el trabajo. Las crisis se producen por sobre producción.
No necesitamos trabajar más. Necesitamos conjugar la producción y el consumo a la sostenibilidad de los recursos naturales.

Algunos “amigos” a través de facebook , que compartían mi exposición me preguntaban si era algo más que una utopía. Entendían que para llegar a esa situación era preciso llevar a cabo una verdadera revolución, que acabara con el actual sistema y que no se podría hacer unilateralmente porque ningún gobierno se atrevería (se lo permitirían) y que en el más que improbable supuesto de que algún país lo hiciese perdería competitividad y mercado. En definitiva, que socializar el trabajo dentro del sistema es un canto de sirena.

No estoy de acuerdo y pienso que hay fórmulas que habría que experimentar.
Se me ocurre una:
Los trabajadores cobran al año un mínimo de 14 pagas, 12 mensuales más dos extraordinarias (Junio y Diciembre).
Supongamos que las dos pagas extraordinarias se cambian por vacaciones. Los trabajadores pasarían a tener 3 meses de vacaciones al año y las empresas deberían cubrir esos dos meses de absentismo acordado acudiendo a las listas de desempleados. En teoría la demanda de trabajadores aumentaría en 2 por cada 12 empleados (16,6 %). Aproximadamente un 13,6 % del total de los trabajadores. La tasa de desempleados estaría entorno al 7%. Una cifra, que podemos considerar buena en términos relativos.
La medida sería dolorosa para la población activa, que en general tiene hipotecadas estas pagas "extra"  ( créditos, vacaciones, equipamientos, regalos, etc.); pero peor es tener hipotecado el futuro.
Muchos trabajadores verán mejorar incluso su situación económica, si la pareja o los hijos encuentran un trabajo.
La calidad de vida de los trabajadores, con un mes de vacaciones por cada tres de trabajo, indudablemente, mejoraría. Dispondrían de más tiempo para dedicar a la familia o a trabajos domésticos, para mejorar su formación, para cultivar un huerto, realizar unas chapuzas caseras, atender a sus hobbys...Su disposición para el trabajo también sería más positiva. Con lo cual las empresas podrían ser más competitivas, a lo que habría que añadir el empuje de la nueva savia, los nuevos trabajadores, en su mayoría jóvenes y bien formados o mayores con reconocida experiencia.

Para mantener la competitividad de las empresas, sería conveniente una reducción de la cuota a la Seguridad Social en la misma proporción que el incremento de trabajadores.

Es posible que se puedan barajar otras fórmulas, o que esta misma pueda ser aplicada, en plazos, paulatinamente. Pero soluciones, existen. Solo hay que tener voluntad de llegar a acuerdos y aplicarlas.

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