Hace veinte años que se cayó, diría que por su propio peso, el Muro de Berlín. Esta fecha simboliza el fracaso del régimen totalitario psuedocomunista, con el desmoronamiento del imperio soviético y la desaparición de la confrontación entre las dos grandes potencias armamentísticas.
Muchos creímos que la historia entraba en una etapa de paz y seguridad, progreso y libertad.
Muchos nos equivocamos:
No hay más paz, hay más guerras, muchas de ellas fruto de la descomposición del bloque soviético. Tampoco hay más seguridad. La falta de polarización (y la tensión que suscitaba) ha permitido la existencia de regímenes incontrolados, refugio de terrorismos varios y la proliferación de la amenaza atómica.
No hay más progreso social. La desaparición de la amenaza comunista, nos llevó a las políticas neoliberales, que ahora mismo estamos pagando e hipotecando el futuro.
¿Podemos decir que actualmente hay más libertad en el mundo?. Absolutamente, no. Hay más libertades, de manera especial para aquellos que se aprovecharon de la situación creada y sin escrúpulos se han lanzado a sucios negocios (armamento, drogas, petróleo) y a colocar en el poder a sus esbirros.
Esta es la triste realidad, que hoy celebramos.
No debe sorprenderse nadie de los resultados de las encuestas en los países del área de influencia soviética, donde más de la mitad de la población sostiene que vive peor que antes y que renunciarían a algunas de las actuales libertades para conseguir un nivel de bienestar semejante al que perdieron.
No era bueno el comunismo, pero actuaba de contrapeso (de freno) del sistema capitalista, que si carece de frenos se desboca y nos precipita a todos al abismo.
Alcemos la copa. ¡salud!
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