FIDEL.
Han surgido tantos comentarios y tantas
citas en los medios que parece una pretensión excesiva decir algo
sobre este personaje que no se haya repetido hasta la saciedad.
No quiero pararme ni en las alabanzas
ni en las críticas e insultos desmedidos.
Fidel Castro para unos fue un dictador,
para otros el comandante; pero en lo que todos están de acuerdo es
en que era un Revolucionario.
Un Revolucionario que luchó contra un
poder despótico, una dictadura corrupta, vendida a la mafia del
juego y la prostitución americana.
Su lucha fue por el pueblo.
Su ejército emanaba del pueblo.
Ninguna potencia extranjera le apoyaba.
Su fe, su carisma, su liderazgo y su
empatía con el oprimido pueblo cubano derribaron al dictador
Batista.
Este hecho tuvo una repercusión
universal.
Los americanos cuando vieron peligrar
sus intereses en la isla comenzaron una cruzada de acoso y derribo
contra la joven Cuba Revolucionaria.
En este punto empieza la radicalización
de Fidel.
Pero su mensaje ya se había hecho
universal.
Fidel Castro era para los jóvenes
universitarios de todo el mundo en los años sesenta y setenta el
personaje político (sin olvidarnos de El Ché) más relevante.
Su ejemplo movilizó guerrillas en toda
América latina.
Muchos hechos históricos acaecidos en
los últimos cincuenta años fueron alentados “anímicamente” por
el ejemplo de la Revolución Cubana.
He vivido en Cuba en casas de amigos
cubanos del régimen y críticos. Conozco a cubanos expatriados.
Puedo entender sus amores y sus odios.
Pero lo que no puedo entender es que
algunos indecentes comparen a este PERSONAJE HISTÓRICO (con sus
luces y sus sombras) con otro personajillo que llegó al poder
luchando contra una democracia republicana, y contra todo un pueblo,
con el apoyo de Hitler y Mussolini.
No!